Nadie lee lo que nadie escribe: IA
Soy Jesús Anutrof, escribiendo en mi teclado mientras el mundo delega su voz a una inteligencia artificial.
Hace dos años crear era un acto de conciencia, hoy no. El nuevo meta, producir sin alma. Las redes se llenan de contenido vacío. Parece humano, pero no lo es.
Pero, ¿estás seguro que tu público quiere eso?
Valor 0
El valor de las cosas está relacionado con su escasez. Por eso el oro es tan valioso.
Esto me recuerda a mi infancia, cuando llegaba a casa de los abuelos después de un día de colegio. Comías y si tenías suerte y te dejaban ver la tele. Solo había una serie a las cinco. Si te gustaba, bien. Si no, esperabas al día siguiente. Recuerdo algunas que me encantaban: Dragon ball, Los caballeros de zodiaco… Y otras que eran insoportables, pero no podías elegir. Crecí amando aquellos dibujos.
Hoy miro a mi hijo, tiene múltiples plataformas de streaming, YouTube con contenido infinito. No tiene que esperar a que su abuelo termine de ver las noticias para ver los dibujos, puede hacerlo en el móvil. Puede cambiar cada vez que quiera de una serie a otra. La abundancia le quitó lo que a nosotros nos daba sentido, la espera.
“The people who are crazy enough to think they can change the world are the ones who do.” — Steve JobsLeer una biografía de una persona exitosa inspiraba, sentías admiración. Hoy un artículo sobre éxito dirigiendo una empresa de miles de empleados puede ser escrito por un adolescente viviendo en casa de sus padres pidiéndole a ChatGPT que redacte la historia por él.
¿Qué valor tiene un artículo escrito por una IA cuando el lector puede pedirle a la propia IA que le hable sobre ese tema?
La teletienda de las redes
Existen aplicaciones que permiten la creación automática de artículos y también aplicaciones que generan respuestas automáticas a publicaciones en las redes sociales utilizando inteligencia artificial para mimetizar la interacción humana. El avance de esta tecnología deja al ser humano fuera de la partida. Máquinas hablando con máquinas. Números de seguidores que crecen mientras nadie lee lo que nadie escribe.
Las redes sociales nacieron para aumentar las relaciones entre personas, acercar a los que viven lejos y alejar a los que están cerca. La llegada de la IA las ha convertido en un escaparate de anuncios.
Donde las marcas personales son ahora tiendas sin nada personal.
Cuando la máquina dominó el texto, conquistó la imagen. Vídeos con aspecto realista diseñados para engañar a los espectadores que ya ni miran. Porque tienen un robot que escribe la respuesta por ellos.
El futuro será personalizado hasta el absurdo. El anuncio de CocaCola ya no usará a una modelo bonita. El cliente pedirá hasta el color del pelo de la chica.
Y cuando todo sea artificial, quizá busquemos lo único real que queda… una conversación en un bar.
La prohibición
El instinto de supervivencia convierte nuestro ego en virtud, admiramos lo que solo un humano puede hacer. Disfrutamos el fútbol por la habilidad del jugador, una carrera por el piloto. Cuando los coches corran sin conductor, valoraremos el trabajo de los mecánicos.
Y cuando los coches se fabriquen solos, ya no habrá carreras.
Las redes crecieron con las personas, las IAs crecen sin ellas. Aumentan los números de seguidores pero bajan los números de lectores. Porque ahora todo lo hacen las máquinas.
Las máquinas no compran y los anunciantes no pagan si nadie compra.
Twitter tiene a Grok. Meta tiene a Llama.
Sus propias crías se las están comiendo desde dentro.
Si no prohíben su uso, terminarán siendo devoradas por las nuevas redes donde aún queden humanos escribiendo.